viernes, 27 de abril de 2012

Destinos de Hielo (Parte 4)

Algunos meses adelante, estaba yo con un grupo de compañeros afinando detalles para la entrega de un proyecto, decidíamos ya los últimos temas, por tanto no había ya demasiada presión, uno de los integrantes del equipo, decidió poner un poco de música para hacer más ameno el momento. Era un chico raro, extrañamente atractivo, tenía un cuerpo bien definido a pesar de que odiaba el ejercicio. Su voz aguda, pero no molesta. La mayoría de las veces se le veía callado en su lugar, eran raros los momentos en los que sonría y más en los que se reía abiertamente. Tenía ojos claros. Podría haber sido el más popular durante la universidad si él lo hubiera querido, sin embargo no fue así, era demasiado reservado, no levantaba envidias, era sencillo. De pronto entre sus canciones apareció una que me pareció muy simpática, con un ritmo alegre, y la voz del cantante muy relajada. <<Me amo como soy>> decía la canción, me pareció bastante interesante, nunca había escuchado una canción con algo por el estilo, le pregunté por el cantante después de haber terminado con la reunión, <<Jaime Kohen>> me dijo sin interés, le pedí que lo deletreara para poderlo buscar. En cuanto llegué a casa lo busqué en internet, “Alguien” ese era el título. Llamé a Abril en seguida.
-Tengo una canción que te va a encantar, escúchala – Le puse la canción por el celular, no mostró demasiado interés, pero yo sabía que le gustaría.

-Es bonita, ¿Quién es el cantante? - Sentí que no le había causado el mismo efecto que causó en mí, así que dejé de insistir. Después de hablar durante aproximadamente cinco minutos colgamos el teléfono. Yo me dediqué el día en buscar canciones de este joven cantante, las repetía una tras otra sin cansarme. Y escuché una canción que me pareció extraordinaria, la escuché más de siete veces consecutivas, a la cuarta vez ya me la sabía de memoria. <<Dejémonos por amor>> Esa frase me tenía sorprendido, qué belleza de canción, <<Una canción digna de Agustín Lara>> decía yo. Busqué en internet el autor, y la mejor sorpresa: la canción fue escrita por el mismo cantante, quedé maravillado.
Algunos días después, Abril fue a mi casa, y puse este disco, podía ver su cara al escuchar cada una de las canciones.

-Es el chico que me pusiste la otra vez ¿verdad?
-Así es, creo que me he estado algo obsesionando.

Estuvimos platicando un poco, las cosas no andaban del todo bien entre nosotros, habían silencios largos, momentos incómodos. Habían momentos en los que discutíamos por situaciones realmente triviales, que no tenían una razón verdadera, simplemente era el hecho de discutir. Pero ese día simplemente había silencio, ella no decía y yo no decía nada, ni siquiera intentaba yo buscar algún tema de conversación, me limitaba a escuchar, hasta que apareció esa canción, le subí el volumen y le dije que la escuchara detenidamente. Me controlé, no quise cantar, quería que ella la escuchara, y así fue. Cuando terminó yo vi la un gesto de satisfacción en su cara, supe que le había gustado <<Es muy bonita>>. Desde ese momento ella compartió mi gusto por este cantante, a donde salíamos llevábamos sus canciones presentes. Era como si gracias a él hubiéramos rescatado un poco nuestra relación. En ocasiones pasábamos la tarde entera cantando o casi gritando sus canciones, eran momentos muy divertidos e inolvidables. Incluso en un tiempo solo era él nuestro tema de conversación.

No puedo decir haber recuperado lo que teníamos antes, esa conexión se perdía cada vez más. Yo busqué la manera muchas veces de rescatarlo lo poco que quedaba, pero ella no me lo permitía, el único tema que a ella le gustaba compartir conmigo era Jaime. Una noche decidí hacerle un detalle, es difícil que un hombre haga este tipo de cosas, sin embargo lo hice. Era su cumpleaños, pedí permiso en su casa para llevarla a unas pequeñas cabañas que están por el bosque de Cocoyoc, su madre aceptó después demucho tiempo, me había bromas absurdas, como <<No quiero que vayan a regresar a mi casa dos, me la cuidas>>, <<Mi hija es señorita, aunque no lo creas, así de fea pero señorita>>. Yo no tenía pensado acostarme con ella esa noche, simplemente quería estar a su lado. Llegamos a la cabaña por la noche, yo había llamado al bosque para que reservaran una cerca del río y donde pudiéramos encender una fogata y pasar una linda velada. Pagué a unas personas para que arreglaran la cabaña, pusieran manteles y más detalles. Pedí comida y vino, quería que fuera una noche especial para ella, que se diera cuenta de que aún era mi principal ilusión. Todo marchó en forma, puse el disco en volumen bajo, ella tarareaba cada canción y me miraba simpática, no cruzamos demasiadas palabras, pero yo la sentía a gusto. Hasta la cabaña se escuchaba el ruido del río y de la cascada, era un sonido muy bello y relajante, salimos un momento, encendimos una fogata y se recostó en mis brazos.
-Hay noches que valen realmente la pena – Me dijo dulcemente.
-Sí, para mí siempre que estoy a tu lado es una de esas noches.
-Estoy muy tranquila – Suspiraba y cerraba sus ojos – ojalá así fuera siempre, siento en mi pecho mucha felicidad.

Esa noche hicimos el amor. Nos metimos a la cabaña al terminarse el fuego, el frío nos obligaba a entrar. Yo me disponía a dormir, pero ella no lo permitió, comenzó a besarme y desabrochar mi camisa poco a poco. Yo sentía sus manos tímidas tocando mi pecho suavemente, simplemente me dejé llevar por el momento. Me desnudó por completo, era la primera vez que yo estaba así frente a una mujer, mis cuerpo temblaba, mis manos sudaban, estaba muy nervioso. Ella continuó, se desnudó y siguió besándome. Fue la noche más maravillosa de mi vida, a mis veinte años decidí entregar mi virginidad, no fue difícil, yo siempre había creído que esta era lo más valioso que tenía, y que si iba a entregarla a alguien debía ser alguien muy especial, alguien que en verdad la mereciera y no la tomaría por tomar.

viernes, 20 de abril de 2012

Destinos de Hielo (Parte 3)

Pasaron algunos días y yo dudaba aún llamarle, me daba miedo que no fuera a ser como ese día, mi primo me decía que le llamara, que no perdía nada <<En fin, no son nada, qué más da que lo intentes>>. Tenía razón, pero él no sabía todo lo que yo había sentido por esa chica, pasaba las noches pensando en ella, me imaginaba su cara, su cuerpo, su sonrisa. En muchas ocasiones me captaba sonriendo sin razones, simplemente con recordarla. No tenía ni una foto, ni nada que me ayudara a tenerla presente, sin embargo mi recuerdo era tan fresco que parecía que la veía a diario.

Pasó una semana, y yo aún no la llamaba, ya en todos mis cuadernos escolares estaba la palabra “Abril”, escuchaba cualquier canción y pensaba en ella, leía frases románticas y pensaba en ella. Era como si mis días ahora dependieran solo en ella. Extrañamente, en mis platicas siempre salía ella, y no sabía qué responder cuando me decían <<¿Y quién es ella?, hablas tanto de ella que ya me dieron ganas de conocerla>>. No podía decirles que es una chica a la que vi una sola vez y que desde ese momento cambió mi vida, quedaría como un imbécil. Solo les aseguraba que algún día se las presentaría, aunque no estaba seguro de eso, no estaba seguro si yo mismo la volvería a ver.


Una tarde me armé de valor, las palabras de Miguel pasaban por mi cabeza una y otra vez desde ese día, <<Tiene razón, si no le intereso al menos lo sabré y saldrá de mi mente, no tengo nada qué perder>>. La llamé por teléfono muerto de nervios.
-Si, diga - No tardo mucho en responder.
-Hola, habla Cristian, no sé si me recuerdes.
-¿Cristian? No lo siento, ¿De donde te conozco? - Estas palabras me cayeron como un golpe al corazón, creí que me había olvidado.
-Cristian, nos conocimos hace algunas semanas en la fiesta de Jorge, ¿No recuerdas?.
-Ah claro que sí, el chico guapo de jeans blancos y playera azul – Respondió de una manera muy natural. -¿Cómo estás?, ¿Porqué has tardado tanto en llamarme?.
No sabía qué decirle, no podía decir que por miedo o por pena. -He tenido algunos pendientes con la escuela, demasiados trabajos – Respondí tras pensarlo mucho.
-Me da gusto que me hables. Oye tengo que irme, está por iniciar mi clase.
-Está bien, nos hablamos después.
-Espero que no sea después de tres semanas más – Me dijo riendo.

Colgué el teléfono, sentí que muchas cosas cambiaban dentro de mí. En ese momento sentí que dejé de ser un chico cualquiera, y que me volvía en alguien con un propósito, no sé cómo explicar todo lo que ese momento significó en mi vida. Después de ese día Abril y yo comenzamos a tener mucha comunicación, hablamos durante horas. En ocasiones terminábamos de charlar con teléfono y seguíamos hablando por internet, era una situación bastante linda para ambos, nos conocimos perfectamente, o al menos eso parecía. A pesar de hablar tanto tiempo siempre teníamos algo qué contarnos, algo con qué divertirnos y reír. Esporádicamente nos veíamos los fines de semana, era complicado por las actividades de ella. Pasaron un poco más de tres meses antes de empezar nuestra relación formalmente, ya todos creían que eramos novios, pero la verdad es que a mí me daba miedo decirle que moría de ganas de besarla. Más de una ocasión intenté besarla, pero no podía, algo de mí no me dejaba, no sé si era el miedo a que me rechazara o que yo la respetaba demasiado. Un día, salimos a tomar un helado, hablábamos de muchas cosas y nos reíamos, de un momento a otro se puso muy seria, clavó su mirada en el suelo, cruzo sus dedos unos con otros. No sabía qué le pasaba, se lo pregunté preocupado.
-Es todo este tiempo que hemos estado juntos – Me respondió muy seria. - Sé que han sido solo algunos meses, pero... no sé cómo explicarte, has llegado a mi vida cuando más te necesitaba, es como si hubieras estado oculto detrás de mí y captar justo el momento de aparecer. Y de pronto aquí estás, pero he estado muy confundida, ha sido un largo tiempo y seguimos siendo amigos. Tal vez yo haya imaginado algo donde no lo había.
-Puede ser – Respondí sin pensar mucho.
-Creo que lo mejor es dejar de vernos, ha sido un tiempo maravilloso, pero ahora solo me estoy lastimando – Esas palabras fueron un caos en mí, no sabía qué pensar o qué decirle, me faltaba el valor de sincerarme y decirle cuanto la necesito.
-No creo soportar perderte
-¿Perderme? - Replicó sorprendida.
-Me he acostumbrado a ti, a estar contigo, a compartir momentos inolvidables a tu lado.
-Eso es, costumbre solamente – Repuso en voz baja.
-No es solo costumbre, es más que eso.
-¿Qué tanto?
-No lo sé, pero lo suficiente para saber que no podría dejar de verte, lo suficiente para saber que te necesito.


-También te necesito, pero siempre he creído que tú y yo iríamos a otro nivel, no solo como amigos.
-También lo he sentido.
Ella echó una risa tímida, movió su cabeza y cerró sus ojos. - No sé si yo soy muy tonta y no te he sabido demostrar lo que siento por ti, o tú eres demasiado bruto para no darte cuenta de lo que siento. - Yo permanecí en silencio, con los ojos clavados al suelo, con la impotencia de no tener el valor de hablar. - Creo que esto no te importa, pero era necesario decírtelo, ya no soporto más ser tu amiga, me gustas, me gustas desde que el día que te conocí, y esto ha crecido cada instante...
Mientas ella hablaba, yo me armaba de valor, pensaba que no podía dejarla ir, ella era mi razón de ser, mi motivo día a día. Sin decir nada tomé sus manos, la jalé hacia a mí y la besé, no me importó cómo reaccionaría. Ella se quedó en silencio, no habló más, yo le dije por fin todo lo que sentía, me llegaban unos deseos de llorar muy extraños, era una melancolía feliz. Podía ver en sus ojos como revivía esa pequeña ilusión que aún quedaba, le dije todo lo que tenía por decir.

viernes, 13 de abril de 2012

Destinos de hielo (Parte 2)

Yo estaba aún en la universidad, cursaba uno de los últimos semestres, ella estaba aún en el bachillerato, era menor que yo por algunos años. Solo podíamos vernos los fines de semana, entre semana no coincidían nuestros horarios, yo estudiaba en las mañanas y ella en las tardes. Parecía como si durante la semana yo estuviera soltero, no recibía ni un mensaje de ella, ni una llamada. Yo intentaba ser un poco más detallista, un mensaje antes de dormir, uno al despertar deseandole buen día, y cosas como esas. Al principio siempre tenía una respuesta a lo que le enviara, pero si yo no le escribía, ella tampoco lo hacía. Podía pasar toda la semana y no recibir ni un solo “Te amo”. Pero después incluso eso dejó de hacer, le mandara lo que le mandara, le dedicara la canción más hermosa, no me respondía nada. Ponía siempre los mismos pretextos <<Me quedé sin saldo>>, <<Olvidé el teléfono en casa>>, <<No lo había escuchado, lo tengo en vibrador>>. Ya conocía yo sus excusas, no había necesidad ni de pedir razones. Pero en fin, yo seguía esperando como siempre que el fin de semana llegara pronto, ideaba diferentes cosas, dedicaba toda la semana para pensar qué le haría el siguiente fin para tenerla contenta, para verla sonreír. Hice de todo para ella, recuerdo que mis amigos me decían que nadie merecía tanto, que me esforzaba demasiado y que al final todo sería igual, terminaríamos y dejaríamos incluso de hablarnos. Yo no lo veía así, yo creía que había algo muy fuerte que nos mantendría unidos para siempre, algo tan fuerte que ni el mismo tiempo podría romper. Yo tenía la idea de que todo era parte de un gran plan. Recuerdo que yo siempre le hablaba del destino, le decía que gracias a él nos habíamos encontrado, ella siempre estaba de acuerdo conmigo, no sé si porque también lo creyera o solo por educación. Era tan raro cómo nos habíamos encontrado y cómo había terminado todo, ahora lo pienso y no sé cómo hablaba del destino. ¿Destino? el destino no existe, la gente se va cruzando en nuestras vidas por azar y se van por azar, no se puede preparar, las cosas son así. El destino es algo reservado para los jóvenes.

Fue tan extraño el día en que nos conocimos, se festejaba el cumpleaños del mejor amigo de mi primo, desde luego yo no conocía a nadie en la fiesta, él me convenció de ir debido a que estaría su exnovia y no quería estar solo ahí, además asegurándome salir de ahí antes de media noche. Estuvimos un rato juntos, como es de suponer llegaron algunos amigos de él y me dejó por más de dos horas, en algunos momentos aparecía solo para preguntarme la hora, como si en verdad fuéramos a salir antes de las doce. Llegó el momento que yo temía, la entrada de la ex, era evidente que se acercaría a él pues sus amigos eran los mismos. Me levanté de la silla y me puse a unos cuantos metros de ellos, mi primo ya estaba algo tomado, y me preocupaba que fuera a actuar de alguna manera inapropiada. Me paré a un lado de las botanas, y mientras echaba un ojo allá, comía de toda clase de chicharrones. De ponto una niña muy linda se paró a un lado de mí, me parecía que era la criatura más hermosa que había visto en mi vida. Tomó algunos bocadillos, los puso sobre un pequeño plato color amarillo, yo no dejaba de mirarla, me dejó sin palabras. Ella movió la mano hacia donde estaba yo, y me quité de inmediato, me volteó a ver y con una hermosa sonrisa me dio las gracias. Yo solo sacudí la cabeza, no pude decir nada, <<¿Sabes si estas de aquí están buenas?>> me dijo en voz muy suave, <<Sí, ya las he comido>>. El nervio era mí era notable, creo que ella lo percibió desde el primer momento.
-Soy Abril - Me dijo con una sonrisa, y extendió su mano.
-Soy Cristian – Le contesté en seguida, me limpié los dedos y le di la mano.
-Veo que no estás muy divertido, ¿De donde conoces a Jorge?
-No, en realidad no le conozco, vengo acompañando a alguien – Repuse.

-Ah lo siento, no sabía que venías acompañado, en todo caso me retiro – Respondió ella como sorprendida después de haberle dicho eso.
-No, por favor, vengo acompañando a mi primo. - Le contesté en seguida.

Estuvimos platicando por largo tiempo, ella reía y era muy amable, poco a poco comencé a entrar en confianza y a bromear con ella. La pasamos muy bien, conectamos al instante, era como si nos conociéramos de mucho tiempo atrás. Nuestra plática se hizo tan fluida y amena que el tiempo se me pasó rapidísimo. Nos sentamos en una silla cercana, aun así no dejaba de echar ojo a mi primo, y ahora menos, me podría dejar en ridículo frente a Abril. Hablamos de muchas cosas, coincidíamos casi en todo, era muy raro. Nos platicamos muchas de las cosas divertidas que nos han ocurrido, reíamos bastante. Sin darme cuenta eran más de las doce, yo no había tomado nada de alcohol, y la estaba pasando de maravilla. Llegó mi primo ya un poco tomado.


-Cuando quieras nos vamos – Me comentó fuertemente.
-No te preocupes, yo estoy muy bien. Tú diviértete, yo te espero.
-Es que ya me quiero ir, estoy algo mareado y mañana tengo que salir temprano – Repuso después de ver la hora.
Yo no quería dejar a Abril, pero tenía que hacerlo, no podría dejar ir solo a Miguel y menos conducir en ese estado, así que me despedí de ella.
-Te doy mi número y me llamas en la semana – Me dijo después de pensarlo unos segundos.
-Me parece muy bien – Respondí en seguida, no quería perder oportunidad. Anotó su número y su correo electrónico en una servilleta y me la entregó. - Muy bien, entonces yo te llamo en la semana.


viernes, 6 de abril de 2012

Destinos de hielo (Parte 1)

En ese momento sentí como se arrancaba de mi corazón su recuerdo. Mis lagrimas salían sin detenerse, era como si con ellas lograra cerrar un capítulo que mi cuerpo había querido mantener presente durante tanto tiempo. Había escuchado esa canción cientos de veces antes, y siempre provocaba en mí una reacción melancólica, pero fue tan diferente escucharla en ese concierto, desde el inicio de la melodía sentí un terrible nudo en el pecho, sentía que el aire me faltaba, incluso me quedé estático por unos momentos. Imágenes de ella pasaban por mi mente una y otra vez, como si los estuviera viendo desde alguna proyección. Durante la canción no recuerdo con exactitud nada, sentía como si fuera un momento solo dedicado para mí. Había ruido, claro, mucha gente cantando a todo volumen, sin embargo yo no les escuchaba, era un silencio donde solo existía yo y mis recuerdos.

Era el concierto de Jaime Kohen, una noche de Octubre. Ella y yo compartíamos el gusto por este cantante, evidentemente estuvo presente también. Recuerdo haberla visto pasar a unos cuantos metros de mí, yo la miré de lejos y como siempre, mi cuerpo se estremeció, no sé por qué aún del daño que ya me había hecho yo seguía sintiendo algo tan fuerte, llegué a creer que yo era demasiado débil. Saqué un suspiro que creo que nadie más observó, yo sabía que ya todo había terminado, incluso estaba seguro que ya no quería volver al pasado, pero era inevitable extrañarla. Ella iba vestida impecable, como una reina. Caminaba con esa seguridad que la caracterizaba, cabello suelto, zapatos altos. Parecía una muñequita. No quise ver más, supuse que iría acompañada y no quería ver por quién.

Ella era muy especial, tenía una sonrisa que con solo mostrarla, hasta el más enorme y frío iceberg se derretiría. Sus ojos eran grandes y bien formados. Su mirada era mística, tibia, suave. Cada que la miraba a los ojos, me sentía protegido, como si algo en ellos cubriera mi cuerpo con una especie de sábana protectora. De estatura... no era muy alta, pero tenía una estatura promedio. Era delgada y de piel clara. Hermosa completamente, o al menos para mí lo era. Claro como todos ella también tenía un pequeño defecto: su madre. Una de esas clásicas señoras que quieren vivir el mismo tiempo que sus hijas. No era una mujer fea, por el contrario, era muy guapa, pero parecía que llevaba una competencia con sus hijas. Vestía como ellas, las acompañaba a todos lados, incluso los amigos de sus hijos tenían que ser amigos de ella también, lo que evidentemente nos trajo algunos problemas. Cuando yo llamaba al teléfono de su casa quien respondía era la señora, no me desagradaría si fuera como todas las demás madres, que te responden, les dices que eres el novio de su hija y te dicen que no está. Hubiera preferido eso a estar hablando con ella durante más de treinta minutos. Puedo imaginar la cara de Abril sentada en el sofá esperando a que su madre dejara de platicar para tomar ella el teléfono, incluso llegué a pensar que mientras su madre hablaba conmigo, Abril tendría el tiempo de leer un poco, o hacer otras cosas. A mí me molestaba bastante esa situación, por eso intentaba llamar lo menos posible a su casa, era bastante incómodo que después de hablar más de media hora con su madre, me dijera <<Bueno pues me imagino que quieres hablar con Abril, ¿verdad? Aquí está a mi lado, tan fea como siempre>>. Parecía que lo tenía ya en repetidora, siempre me decía lo mismo antes de ponerla al teléfono. Ya cuando por fin lograba hablar con ella, mis orejas estaban cansadas, pero no me importaba, en fin, después de ese tiempo podría hablar con Abril. Nunca podíamos hablar más de 20 minutos, siempre tenía algo que hacer su madre y ella debía acompañarla o ayudarla. En ocasiones yo insinuaba tanto a la señora que no quería hablar con ella, que yo creía que no nos dejaba hablar por desquite, así que después fui gentil y dejé que hablara lo que quisiera, pero tenía el mismo resultado.

Destinos de hielo (Reseña)


En esta ocasión les presentaré el último cuento que escribí, donde he plasmado una experiencia propia que es difícil de superar.

Destinos de Hielo trata de las clásicas relaciones amorosas entre dos personas de edades disparejas, donde el destino los une, y el mismo destino los separa. Un duro proceso es el desapego, y en ocasiones puede tardar incluso meses o años.

Por más dolorosa que sea un relación siempre quedan momentos por recordar, que te hacer volver a vivir esos momentos, y vuelven a hacerte caer. Pero aquí pasó algo diferente, un cantante, una canción, un concierto cambió el camino.

Espero les agrade.