sábado, 26 de mayo de 2012

El secreto de Berkai (Parte 3)



Salimos por el lado contrario de la aldea, ya comenzaba a oscurecer. El camino hasta ahí había sido tranquilo, la niña empezó a moverse extrañamente, buscando en todos lados, se le podía ver realmente preocupada, yo no sabía qué era lo que buscaba. <<Están aquí>> gritó la niña, le pregunté a quienes se refería, pero su angustia era mayor, no prestaba atención a lo que le decía. <<Lo sé, están aquí. Son ellos, nos encontraron>>. Comencé a mirar para todos lados, pero no lograba ver a nadie. Ella recargó su espalda en mí, y comenzó a respirar agitadamente. <<Él no sabe nada, ni yo. Por favor no nos hagan daño>> comenzó a decir la niña con desesperación. En ese momento pensé en que tal vez serían los hombres que lastimaron a su abuelo.
-¿Son ellos? – Pregunté. – ¿Son las personas que lastimaron a tu abuelo?
-Están aquí, nos han estado siguiendo. – Dijo preocupada.
-Pero yo no logro ver nada, dime ¿dónde los ves?
-No los veo, -Respondió - pero esta sensación es la misma que tuve cuando atacaron mi casa, estoy segura que están aquí.
-Tal vez estás agotada por el camino, ¿Qué te parece si descansamos un poco? – Propuse.
-No, están ahí, -Dijo señalando con decisión - detrás de esas rocas.

Me acerqué a las rocas, eran bastante grandes, casi impensable que alguien con el tamaño de esos hombrecillos pudiera atravesarla, la niña se quedó parada en el mismo lugar donde la dejé, y comencé a buscar alguna manera de mirar a través de las rocas, yo estaba seguro de que todo era producto de su imaginación, así que pretendía demostrar que detrás no había nada. Al fin logre subir un poco y tener visión hacia el otro lado. Se percibían pequeñas luces, como fogatas o algo por el estilo, pero no veía a nadie. Subí un poco más las rocas para tener mejor vista, pero cuando estuve a punto de mirar la niña comenzó a gritar. Preocupado bajé de prisa las rocas, al acercarme habían tres hombrecillos rodeando a la niña, no supe qué hacer, solo me quedé mirando y pensando cómo sacarla de eso. En eso uno de ellos se volvió hacia mí.
-Señor Radolf, ¡Qué sorpresa! – Dijo realmente asombrado. Los otros tres voltearon en seguida a mirarme. – ¿Dígame, para qué ha venido hasta aquí?
Pensé rápidamente en qué responder, -He venido a buscarlos ¿Quién es esa niña? – Pregunté fingiendo no conocerla, temía que todo fuera un plan de ellos, y que en realidad sí nos habían estado siguiendo, pero decidí arriesgar y continuar con la farsa.
-¿Qué le parece? – contestó uno de ellos. –La hemos encontrado espiando nuestras casas.
-¿Sus casas? – Pregunté intrigado – ¿Ustedes no vivían a las orillas del volcán?
-Sí así es – respondió el mismo – Pero ahora el volcán está portándose bastante mal, y en cualquier momento pude acabar con todo lo que está a su alrededor, así que decidimos mudarnos a este lugar.
-Pero es muy cerca de la aldea, saben que esto puede ocasionarles problemas.
-Y ¿qué más da? – Dijeron los tres – Nadie sabe que estamos aquí.
-¿Qué piensan hacer con la niña?
-La llevaremos con los nuestros, tal vez usted no sepa, pero ella puede ser de gran ayuda en nuestra misión. – añadió el más pequeño.
-¿Para localizar el mapa?
-Sí, así es – comentó el hombrecillo – Nuestro señor estará muy contento de esto.
-Creo que no será necesaria esta niña, déjenla ir, tengo buenas noticias para ustedes – Les mentí esperando que me creyeran. – En dos días el volcán hará erupción, y causará grandes daños. Y con todo eso incluso el manticora, que es guardián de las cavernas cercanas al volcán abandonará su sitio, ese es el único lugar que tiene acceso sin problemas al oro. Deben esperar a que el guardián salga, y entrar apresuradamente antes de que la lava cubra la caverna. Al llegar al oro, no tendrán más dificultades, ya que él los proveerá de lo que necesiten, incluso para encontrar la salida.
-Pero es muy arriesgado – Dijo uno de ellos preocupado. – Creo que lo mejor es conseguir el mapa, y así no correremos riesgos.
-Del mapa no he logrado conseguir nada – argumenté – es probable que haya sido destruido, así que no tienen más remedio si lo que quieren es conseguir el oro mágico.

Después de dudar por varios minutos los hombrecillos aceptaron mis explicaciones, les pedí que fueran a dar aviso a sus compañeros, ya que era una labor complicada y requería de apoyo. Les aseguré que yo acompañaría a la niña y que me aseguraría de que no les ocasionara problemas. Los tres corrieron con los suyos, la niña me miró fijamente sin decir palabras, se le veía un cierto grado de desconfianza. Le expliqué porqué había dicho todo eso, después de algún rato de silencio me abrazó y soltó a llorar, <<Muchas gracias, creí que me habías engañado>>. La niña me soltó y me pidió continuar.
De pronto una voz extraña nos detuvo a pocos metros de ahí. -He visto lo que has hecho, eres muy sagaz en tus historias Radolf. – Dijo con voz delicada. Volteamos a ver quién era, y se trataba  de un elfo, un elfo de cabellos grises, tenía sus ojos cerrados, y era bastante bello. Se encontraba sentado sobre un pequeño tronco. No me explicaba cómo sabía mi nombre. También me sorprendía el que hubiera aparecido, los elfos son seres muy inteligentes, y es muy complicado verlos.
-¿Quién eres? – Pregunté interesado.
-Soy un elfo, - respondió, mientras se ponía de pié y abría sus ojos. Unos ojos hermosos, profundos y místicos.  – y  estoy aquí para ayudarte. Sé lo que te propones, pero no es nada fácil, el bosque de cristal es un lugar peligroso para los intrusos, no te será sencillo entrar en él, así que he venido a guiarte un poco. Deberás seguir el mismo camino que llevan, pero al llegar a las antiguas ruinas, asegúrate de no alejarte demasiado, si te es posible avanza por dentro de ellas. Al final de estas está una pequeña entrada que da directo al bosque, ahí te estará esperando una driada, ella te llevará hasta el lago.
-Y ¿cómo la reconoceré? – Repliqué intrigado – Es muy difícil verlas en el bosque.
-Al llegar a la entrada, mantengan un paso detrás de la entrada, ahí ella les hará alguna seña. Con ella no correrán riesgos, pero apresúrense.

¿Apresurarnos? No entendía por qué nos decía esto, por qué nos seguía, o por qué querría ayudarnos. Todo me empezaba a parecer muy confuso, empecé a sentir miedo. Creí que todo era ya un plan, y que incluso la pequeña niña estaba metida en todo, pero aún así seguí adelante. No podía dejar que el miedo me venciera, era una nueva aventura y como tal debía darle frente.

viernes, 18 de mayo de 2012

El secreto de Berkai (Parte 2)


Era cierto, se trataba de Berkai, el unicornio. Hacían ya varios años que no escuchaba hablar de él. Era una creatura extraña, pocas veces había sido vista, y se decía que solo aparecía para dar mensajes de suma importancia, de los que dependía el destino de ciudades o incluso el mundo. Yo nunca lo había visto, pero una persona cercana a mí sí lo hizo, me aseguro que por detrás de las colinas del oeste, durante la guerra contra los faunos del bosque de cristal, se había encontrado con una creatura muy bella, que no era algo ordinario. Él merodeaba por el bosque cuando en una laguna percibió una luz bastante bella, se acercó con cuidado esperando que no fuera una trampa de los faunos. Al acercarse un poco percibió a un ser extraño, tenía un cuerpo parecido al de un caballo, pero un poco más grande. Era de color blanco y daba una luz maravillosa con el toque de la luna sobre su cuerpo, su cola era muy parecida a la de un jabalí, y tenía sus patas con pelo, casi podría decirse que como de un chivo. A pesar de todo eso era sumamente bello y elegante, el viajante se quedó mirándolo por unos instantes, hasta que la creatura se volvió hacia él. Tenía un cuerno en la frente, justo en medio, y sus ojos eran azules, intensamente azules. Al quedar frente a él lo miró <<guerrero, es momento de terminar el combate. Los faunos no son sus enemigos, detén a tu gente, y regresen a sus casas>>. El viajero quedó asombrado, quiso hablar con él pero la creatura se negó, aseguraba que su única misión era detener esa guerra absurda que solo acabaría con muchas especies mágicas. El viajero quiso preguntar de él.
-Soy un unicornio, guardián de la paz – dijo la creatura.
-Pero los faunos nos han arruinado la aldea, no podemos permitir que sigan causando daños.
-Los faunos hacen lo que creen que es correcto, a los faunos no les agrada la violencia hacia los árboles, y tu gente se ha dedicado a lastimarlos.
-Pero solo hacemos lo necesario con la madera de los árboles y los faunos nos atacan sin razones – respondió el viajante.
-Veo que no entiendes lo que te quiero decir. – dijo el unicornio – Los faunos solo quieren que dejen de utilizar tantos árboles, no quieren que destruyan el bosque, ellos jamás lastimarán a un humano, ni a ninguna otra creatura, entiéndelo.
-¿Y qué debemos hacer entonces? - comentó el viajante asombrado.
-Llevate a tu gente en vuelta, si lo haces te recompensaré, es una promesa.
-¿De qué manera? - añadió interesado el viajero.
-No te lo diré, debo ver que hayas actuado correctamente. - El unicornio comenzó su partida. -Haz lo que te pido, y la próxima vez que nos veamos serás recompenzado.
-¿Cuál es tu nombre? - Gritó el viajero desconfiado.
-Berkai, Berkai el unicornio – respondió. En ese momento el unicornio corrió a una velocidad impresionante, a una velocidad nunca vista.

El viajero hizo retroceder a su gente, volvieron a la aldea y él corrió a mí, me platicó todo lo sucedido en el bosque. Me habló del unicornio. Quedé muy sorprendido por todo eso, él era una persona dura, de carácter decidido, y me parecía muy extraño que hubiera cedido. Comencé mis estudios sobre “Berkai” pero no lograba obtener mucho. Sin embargo algún tiempo adelante volvió el rumor, y volvió además con algo nuevo, se trataba del oro mágico. Yo creí que todo era idea de la gente, y que en realidad no existía. Pero ahora todo era tan diferente, esos hombrecitos buscando el oro, y ahora esta niña buscando a Berkai. ¿Sería cierto? Y aunque lo fuera ¿Cómo encontraríamos a Berkai? Yo jamás lo vi, y en los estudios que realicé, nunca pude encontrar nada que me diera con él. Era una situación complicada, no podía negar mi ayuda a esa niña, así que le pedí que me llevara con su abuelo.
Al salir de casa me cubrí con varias mantas para no ser reconocido, regularmente al verme la gente deseaba que les ayudara con sus ideas vanas, así que opté por cubrirme y acompañar a la niña. Al llegar a la aldea toda la gente saludaba a la pequeña, parecía ser bastante popular, caminamos por un largo rato hasta que por fin llegamos a una pequeña casa casi al final del pueblo, ya no había mucha gente por esos lugares. Me hizo entrar a la casa. Dentro de ella estaba un señor, no mayor de treinta y cinco años.

-Es él padre, es el viejo sabio. - Dijo la niña al señor.
-Encantado de conocerlo, pero ¿Qué están haciendo aquí? Deberían estar en busca de ese unicornio.
-No es tan fácil. - añadí -Necesito saber algunas cosas que solo el abuelo podrá decirme, y así poder buscar a Berkai.
-Pero el abuelo no está en condiciones de ser visto, no tolera la visita. Solo podemos verlo mi padre y yo – Añadió la pequeña.
-Les ruego me permitan pasar, solo, estoy seguro que no habrá dificultades – Les pedí a ambos.
-Está bien, pase, pero por favor no hable acerca de los hombrecitos, ahora está muy sensible. - Me advirtió el señor.
-No se preocupe. - Entre en la habitación, al fondo de ella había un hombre sentado, de aspecto un tanto triste, me acerqué con cuidado, y logré verlo, era exactamente lo que esperaba. Extrañamente me sentí emocionado, no por su estado, sino por ser lo que buscaba.
-¿Quién está ahí?- Dijo el anciano en un tono agresivo.
-Te ruego no te asustes, soy yo el viejo Radolf – respondí cuidadosamente.
-¿Radolf? Pero ¿Qué haces tú aquí? Hacía años no sabía de ti.
-Así es, después de tanto tiempo nos volvemos a ver. He venido porque tu nieta me lo ha pedido.
-¿Mi nieta? ¿Para qué lo ha hecho? - Me dijo asombrado.
-Fue a buscarme para encontrar a Berkai, el unicornio. Pero yo no puedo llegar a él, tú eres el único que  ha podido estar con él, y estoy seguro tú puedes decirme cómo encontrarlo.
-No exactamente, eso fue hace muchos años, antes de... - se guardó unos segundos en silencio – bueno, ya sabes. Desde entonces no lo he vuelto a ver.
-¿Entonces cómo pediste a tu nieta que lo buscara? - Pregunté intrigado.
-Es una niña, al entrar al bosque de cristal se encontraría con muchas dificultades, y el unicornio aparecería para defenderla, estoy seguro que sabrá que es mi nieta. - respondió.
-¿Y si no apareciera? Solo pondrías en peligro a la niña.
-Supongo que eso creyó mi hijo y por eso la envió contigo, es el único que conoce la historia además de ti.
-Te ruego que me digas todo lo que sabes de el unicornio.

Hablamos durante mucho tiempo, pero él evadía mis preguntas. No sé con qué razón lo hacía, por algún motivo no quería que yo llegara a Berkai. Pasaron algunas horas y él seguía dando vueltas, hasta que por fin me dijo cómo buscar.
-El unicornio es un guardián, no es nada fácil poderlo ver, y mucho menos si vas con la intención de buscarlo. Esto ya deberías saberlo, después de todo eres el viejo sabio, un viejo por el que la edad no pasa ¿No es así?- Bromeó -. Deben entrar al bosque de cristal, con mucho cuidado. Recuerden que los gnomos y los faunos custodian ese bosque. Cuando hayan avanzado algunos kilómetros encontrarán una laguna, es ese lugar en donde más brilla la Luna en todo el mundo, y es el lugar preferido de Berkai, seguro lo encontrarán ahí, tengan cuidado, si bien es cierto que es una creatura pacífica, pero al sentirse en peligro no sé cómo pueda reaccionar, todas las creaturas de ese bosque lo protegen.
-No te preocupes, llegaremos a Berkai y te prometo que recuperarás lo que te han robado. - Comenté en voz baja.
-Sé que lo harán, Berkai es el único que puede ayudarme. Cuiden que los canijos no los sigan, y cuida de mi nieta.
-Así lo haré – respondí con decisión. La pequeña y yo iniciamos el camino rumbo al bosque de cristal, su padre se quedó en cuidado del anciano. Durante el trayecto en salida a la aldea la pequeña me preguntó en repetidas ocasiones qué era lo que había platicado con su abuelo, pero no le respondí nada, solo que debíamos encontrar a Berkai, no teníamos otro sentido.

viernes, 11 de mayo de 2012

El secreto de Berkai (Parte 1)



Tocaron a mi puerta una vez más, ya estaba harto de esos hombrecitos que venían a visitarme todas las noches buscando... no sé qué cosas sobre su vida, era evidente que yo no podría ser útil para ese trabajo, o tal vez sí, pero la verdad es que no quería ayudarlos, demasiadas cosas malas ya me habían hecho, no podía confiar en ellos así como así. Decidí no responder, y hacer el menor ruido posible. Quería que creyeran que no estaba en casa, aunque sería ilógico no salgo de aquí excepto por situaciones extraordinarias. Pasaron más de cinco minutos y no se cansaron de llamar a la puerta, yo necesitaba hacer cosas, pero no podía porque haría ruido. Avanzaba el tiempo y mi desesperación aumentaba, nunca he sido una persona muy paciente que digamos, más bien me definiría como impaciente. Me asomé por la rendija de la puerta cuidando que no se viera mi sombra, quería ver cuántos eran, entre más fueran más tardarían en irse, me asomé sigilosamente, pero no había nadie, me impresionó bastante. De pronto un nuevo toquído me sorprendió tanto que casi caigo, y sin quererlo hace un poco de ruido <<Mierda>> dije en voz baja.
-Yo sé que está en casa, ábrame por favor – Era una voz joven, como de una niña. -Por favor señor, necesito de usted, sé que es el único que puede ayudarme, aquí no hay nadie, estoy solo yo, pero tengo miedo, esos hombres pequeños pueden aparecer en cualquier momento.
No sabía qué hacer, si le abría y era trampa tendría que atender a esos canijos, pero, sino era una trampa y una niña estaba sola llamando a mi puerta, podría ser más peligroso, así que volví a asomarme para verla, pero por más que intentaba no lograba identificar nada, así que me decidí a hablarle.
-Dime qué buscas – le grité del interior de mi casa.
-Solo hablar, por favor no le quitaré su tiempo.
No podía negarme, era una voz suave y linda, abrí la puerta ya sin precauciones, la niña me miró con extrañeza, recorrió cada parte de mí, de la cabeza a los pies, y de regreso, parecía realmente sorprendida, no sabía la razón, pero me sentía juzgado por una niña de ocho años o tal vez un poco mayor.
-¿Sucede algo? - Pregunté.
-No, solo que al ser el viejo sabio del pueblo lo imaginaba con ropas viejas, cabello blanco y barba. - me dijo. -Pero es todo lo contrario.
-No siempre las cosas son como parecen o como las cuentan. – Respondí, - Y bien, ¿En qué puedo ayudarte?.
-Me gustaría hablar dentro de la casa.
-Oh, claro, pasa. Siento ser tan descortés. - Me disculpé.

Ella entró en la casa, caminaba de una manera muy noble, podría sentirse en ella una sensación de tranquilidad, de falta de malicia, al avanzar detenía su paso cuando yo me detenía, esperaba en todo momento que yo la llevara. Yo no entendía cómo tenía el valor de estar en la casa de un hombre solo, ¿es que su madre nunca le dijo de los peligros que corren las niñas con hombres mayores?. No quiero decir que corriera riesgo conmigo, pero en el pueblo habían muchas malas experiencias. La estuve mirando detenidamente, no parecía estar asustada.
-Y bien ¿En qué te puedo ayudar? - Pregunté a la pequeña.
-Primero dígame si está dispuesto a ayudarme.
-Todo depende de lo que pretendas. - Le respondí.
-¿Porqué no me quería abrir la puerta?
-He tenido dificultades con los hombrecillos, están obstinados en saber en qué parte de la colina está el oro mágico, pero ya les dije que eso no lo sé yo, que vayan a buscar por su cuenta. - Le expliqué.
-¿Oro mágico? - Dijo muy sorprendida.
-Sí, es una especie de oro extraño, dicen que solo se encuentra en la colina del oeste, que no hay más en el mundo, pero cada vez que alguien ha intentado encontrarla, se encuentran con muchas dificultades. La colina está llena de cavernas, y entre una de ellas está el oro, no es mucho, pero lo suficiente para hacer que el mundo entero tomara otra dirección. - La pequeña me miraba con mucha atención, parecía que le interesaba el tema. - No exactamente por el valor que el oro ordinario tiene, este no es un metal así, es muy diferente, se dicen muchas cosas respecto a él, que puede volver a la vida a alguien, que puede transformar cosas, o incluso que puede darte la sabiduría eterna. Yo no quiero creer en esas cosas, es muy arriesgado.
-¿Quién lo dice?, ¿Cómo saben que existe? - Dijo ella con intriga.
-En realidad no lo sé, hay quienes dicen que hace muchos años un hombre pudo tener acceso a él, que había logrado burlar a toda la vigilancia del lugar, o tal vez lo dejaron pasar, no lo sé. Obtuvo un poco del oro, y lo llevó hasta su cuidad, se dice que hizo maravillas con apenas un puñado. Aunque algunas semanas después le vinieron dificultades al no poder controlar el poder del oro, y al ser el caso murió, y el oro desapareció de la tierra, fue algo inexplicable, pero eso cuentan.
-Suena increíble, me encantaría conocer el oro mágico.
-A mí también, dicen que es más brillante y hermoso que el oro normal ¿Lo puedes imaginar?.
-Debe de ser maravilloso. - comentó emocionada.

Continuamos platicando un rato más sobre oro mágico, entre más detalles le daba, más entusiasmada se veía la pequeña. Aún así no desconfiaba en contarle más, yo sabía que a pesar de que le emocionaba todo eso no estaría interesada en buscar el oro, al menos no ahora, así que continué hablando. Fue extraño, hacían ya varios años que no entablaba conversación con alguien como lo hice ese día, tal vez debido a la inocencia de la niña o tal vez a que necesitaba ser escuchado. Entre tantas palabras recordé que ella me había ido a buscar por una situación, que al parecer no le urgía, ya que se adentraba bastante a la historia, aún así, me decidí a interrogarla, ¿qué quería? Y ¿Porqué me había ido a buscar?.
-Ya le he dicho que necesito su ayuda. - Dijo la pequeña.
-Y dime, ¿En qué te puedo ayudar? - Le pregunté yo.
-Se dice por el pueblo que usted tiene poderes especiales y que es capaz de cualquier cosa – Dijo la niña con un tono preocupante.
-Pues temo decirte que te mintieron, yo no puedo hacer grandes cosas, si bien es cierto que he ayudado a muchos, pero también debes saber que no siempre logro hacerlo.
-No importa, en este momento quiero intentarlo, verá, hace unos meses los hombresillos atacaron mi casa, iban con creaturas extrañas, parecían duendes, pero olían a tierra, mi abuelo intentó protegerme, pero fue inutil. Ellos se apoderaron la casa, gritaban que querían el mapa, que sabían que estaba allí, no sé a qué mapa se referían, rompieron todo, incluso mi ropa, tramo a tramo. Mi abuelo me escondió debajo del suelo, ahí hay una pequeña cavidad donde apenas cabía yo, pero me encontraron, en una terrible desesperación, mi abuelo pidió que me dejaran libre, que él haría todo lo que fuera de él pero que no me dañaran, los hombresillos y los duendes lo tomaron preso unos instantes, lo torturaron, mientras tanto yo estaba sujeta por una especie de grilletes que no me permitía hacer nada, solo veía lo que le hacían al abuelo, yo quería gritar, pero no podía, me sentía terriblemente débil. Al final escuché que ellos dijeron algunas palabras que no logro entender, dijeron que mi abuelo era el único que les ayudaría a dar con el mapa, y que si no quería cooperar entonces ellos usarían sus ojos. Tomaron su vista, y dejaron a mi abuelo sin aliento ni visión, desde entonces él no puede ver nada, tampoco puede percibir sabores. Le han arruinado la vida, y me han dicho que hay alguien que puede recuperar lo que le han robado, esa persona no es usted, pero según sé, usted puede ayudarme a encontrarle.

Miré con atención a la niña, me sorprendieron bastante sus palabras, no podía creer que fuera nieta de aquel hombre, guardé silencio y la escuché. - Primero dime el nombre de ese alguien – Le dije interesado.
-Su nombre... espere lo tengo anotado por aquí – Ella buscó por sus bolsas el nombre, tardó tanto que creí que lo había perdido, de pronto sacó un pequeño papel y me lo entregó <<Berkai>> ponía en la hoja.
-¿Berkai? ¿El unicornio? - dije asombrado.

viernes, 4 de mayo de 2012

Destinos de hielo (Parte final)

Repetimos esto muchas veces, habían momentos en los que solo nos veíamos para hacer el amor, si es que se podía llamar así. Ella decía que yo era muy diferente en ese momento, que cambiaba de un niño a un hombre, que tenía un cuerpo perfecto que le encantaba tener con ella. Me empecé a sentir como un objeto nada más, pero no me importaba, como objeto o no pero podía estar con ella. No salía conmigo los días en los que no podríamos hacerlo, y la veía hasta ocho días después. Hablé con ella, le dije que no me gustaba esa situación, que yo era su novio mas no su compañero de cama. Ella asintió con la cabeza, y me dijo que un novio es también un compañero no solo de cama, sino de muchas otras experiencias, y que también ella se estaba cansando de lo mismo. No era la respuesta que yo esperaba, yo no soy una persona que ame el sexo por encima de todo, para mí hay cosas más importantes. Pero ella no lo veía así. Los problemas venían siempre, entre semana me ignoraba terriblemente, y los fines de semana los pasábamos peleando o en la cama, yo prefería pelear. Pero como era evidente sus celos comenzaron cuando me negaba.

-Seguramente te estás metiendo con alguna de tu escuela – Me reclama siempre.
-Sabes que no, es solo que no tengo ganas.
-Qué casualidad – Yo no soy un hombre feo, todo lo contrario, y a ella le molestaba que muchas mujeres me buscaban, y según ella, yo me acostaba con todas.


Un día decidí hablar con ella, le dije bien claro lo que sentía, elegí un día apropiado para no pelear, y le dije que intentáramos recuperar esa limpia relación que llevábamos antes, que yo la prefería a esa que estábamos viviendo. Ella aceptó sin decir mucho, le propuse algunos meses, con dificultades accedió, pero esto trajo más problemas, ahora eran solo discusiones vacías, por cualquier tontería debíamos pelear. No era una situación agradable, pero los días que ella estaba de buen humor, yo los disfrutaba mucho, eran muy raros, tal vez uno cada dos meses, pero me demostraba que valía la pena aún estar a su lado. Siempre que discutíamos me ofendía bastante, me hacía sentir realmente mal, como si realmente fuera mi culpa todo lo que pasaba. Yo seguía obsesionado por ella y aceptaba lo que decía. Hirió mi autoestima gravemente, jugaba conmigo como ella quería, me llegó a confesar que me había engañado con otros hombres, pero lograba convencerme de que era mía la culpa, que como yo no iba a más que ella tenía que buscarlo por otros lados.

Una mañana salimos a desayunar juntos, me dijo que había algo importante qué decirme. Pasé por ella a la hora que me pidió pasamos a un pequeño lugar donde ofrecen toda clase de bocadillos dulces, hacía un poco de frío así que pedí un té caliente, y ella un café.
-Es hora de hablar, sin pelear, solo hablemos – Me dijo muy tranquila.

-De qué quieres hablar, ¿es importante?.
-Depende de cómo lo quieras ver.
-Bien, te escucho.
-Creo que es momento de tomar una decisión, y que me digas la verdad. Soy tu novia y nunca quieres hacer el amor conmigo, ¿Porqué? ¿Realmente te metes con alguien más? ¿Es que no te excito?
-No es eso, no salgo con nadie más y menos me acuesto con alguien. Claro que me excitas, eres bellísima, es lo que para mí hay cosas más importantes. - Respondí intentando ser claro.
-¿No serás puto? ¿No será que te gustan los hombres? - Dijo muy burlona.
-Si hemos venido solo para que me ofendas, mejor me voy.
-No, para nada, solo digo que es muy raro que no te acuestes con otras mujeres.
-Creí que te conocía, pero cada vez me doy cuenta de que estoy lejos de conocerte – Le dije con un cierto desprecio en mi pecho.
-Tranquilízate, solo quiero decirte algo. Yo no soy una novia de manita sudada, antes sí, pero ya soy una mujer, y no quiero un novio perezoso ¿Entiendes? - Simplemente asentí con la cabeza. - Entonces te lo diré bien, sin vueltas. O hacemos el amor o adiós.
Cada vez me sentía más decepcionado, esa niña tierna, divertida que había conocido en esa fiesta ya no existía, en su lugar había una ninfómana interesada. No podía yo seguir con esta relación, por mucho que me doliera tenía que dejar de lastimarme.
-En todo caso, creo que será un Adiós.
-Está bien, eres un cobarde. - Tomó sus cosas y salió.


Di un suspiro hondo, negaba con la cabeza las imágenes que venían a mí, mi pecho se comprimía, apreté mis puños, tomaba aire fuertemente. No permití salir ni una sola lagrima, sabía que hecho lo correcto, y que el tiempo me ayudaría a sanar.
Salí con algunas chicas durante algún tiempo adelante, pero ninguna significaba mucho para mí, me acosté con algunas de ellas, y solo eso, algo ocasional. En esos días salieron a la venta los boletos para un próximo concierto en el Lunario, se presentaba Jaime, y decidí ir. Compre los boletos con días de anticipación, no quería un mal lugar. Recordé que Abril también quería verlo en vivo, y estaba seguro de que estaría esa noche. Fue difícil tomar la decisión de asistir o no. Tenía mi boleto y el deseo por estar ahí, pero no quería verla. Pensé que el no ir sería aceptar que aún me hacía daño, así que me decidí por estar ahí. Efectivamente llegó el día y ella estaba presente, la vi por entre la gente. Sentí ganas de salir corriendo, pero no lo hice, me controlé y decidí afrontar las cosas como van. Inició el concierto, un hermoso concierto, una mis canciones favoritas la hizo a dueto con una chica maravillosa. Yo estaba muy contento, aplaudía gritaba, reía, de todo. Estaba realmente feliz, hasta que apareció esa canción. Todo cambió repentinamente, sentí muchas sensaciones juntas en mí. Me decidí a sentir todo el dolor, todo lo que tenía guardado y después iniciar el proceso de desapego. No sé cuanto tiempo había pasado ya desde que nos separamos, cinco o seis meses y yo aún no lograba sacar todo. Fueron unos minutos bastante fuertes, me sentía completamente destrozado y con el curso de la canción todo cambió. Me sentí competo nuevamente, apreté los dientes, los ojos, los puños. Saqué todo lo que mi cuerpo se aferraba en conservar. Cuando terminó la canción relajé mi cuerpo, suspiré hondamente y saqué mi teléfono. <<Gracias por este ciclo, con esta canción te terminé de soltar>> lo envíe por mensaje. Me sentí tan tranquilo después, tan ligero. Con esa canción “Alas de mi libertad” cerré ese ciclo que tanto me había costado cerrar.


Al finalizar el evento, vi venir hacia mí a Abril, yo seguí en mis cosas, quise ignorarla, pero se acercó a mí con una sonrisa y se despidió, yo le respondí por cordialidad, pero un poco esquivo. Dio algunos pasos y después me abrazo y me dijo <<Te quiero hermoso>>, cerré mis ojos, no acepté que esas palabras llegaran a mi corazón, ella lo hacía solo para herirme más, así que le agradecí y me quite, mi cuerpo mismo ya no la aceptaba. La vi alejarse entre la gente, suspiré una vez más y continué mi camino.

Y para ustedes, aquí "Alas de mi libertad".