Fue tan
inesperado, estaba sentado en ese pequeño café con las manos sobre la mesa,
recordando tantos momentos que pasé a lado de ella, en las afueras caía una
suave brisa que me daba una vista acogedora, pero también melancólica.
Respiraba y sentía el calor del lugar envolviendo mi cuerpo, recordaba aquellos
días en los que encaprichado la hacía caminar bajo la lluvia, sé que lo odiaba,
pero yo en verdad amaba esos momentos. También llegan a mi mente tantos
detalles que tuve hacia a ella, para demostrarte lo mucho que la amaba, pero ni
así lo lograba entender.
De pronto
uno de los hombres que hablaban en la mesa de a un lado se acercó a mí, me hizo
un comentario simpático y yo respondí con un gesto de indiferencia, me pidió
acompañarme unos minutos, me dijo que llevaba algún tiempo mirándome y que
notaba cierta tristeza en mí. Con una mueca de indiferencia lo miré a los ojos,
y lancé una pequeña sonrisa <<¿Ah sí? ¿y cómo lo has notado?>> le
respondí sarcástico.
-No es
difícil darse cuenta, si fijas tu mirada en la lluvia, y lanzas suspiros continuos
- Dijo él.
-Es porque
la lluvia me trae recuerdos del pasado – dije lanzando un suspiro más.
Se sentó a
mi lado y comenzamos a platicar, curiosamente me desvió el camino, comenzó a
hablar sobre sus amigos, que hacían escándalo y que a un hombre como yo seguro
le molestaría, yo aún indiferente intentaba desviar su mirada, y desmostrarle
que por el momento no me interesaba conocer a nadie, tal vez su intención era
solo hacerme sonreír, y después de mucho lo consiguió. No sé en qué momento
ocurrió, pero también él empezó a reír de lo que yo le contaba, a fuera la
lluvia caía más fuerte, los hombres que lo acompañaban, se fueron despidiendo
uno a uno con forme avanzaban las horas, pero él seguí ahí, conmigo. Fueron
momentos realmente buenos, hizo que sacara de mi mente lo negativo que la
llenaba de vacío y me hacía recordar momentos divertidos de mi vida, e
imaginar, además muchos de los de él. Reíamos bastante, no parecíamos desconocidos,
parecía que antes nos hubiéramos conocido y que el destino nos hubiera vuelto a
unir.
Se
interesaba de todo cuanto yo le platicara, cuando la plática se ponía más
sería, me miraba a los ojos y luego volteaba su mirada a la mesa, haciendo un
gesto de comprensión. ¿Cuántas veces no esperé de ella ese gesto?, él solo me
miraba, y al final me lanzaba una hermosa sonrisa, encogía sus hombros y me
decía cualquier cosa, tal vez simple pero atinada, que transformaba el instante.
En un momento, quise contar sobre ella, pero él me desvió la platica, y me
contó lo que hacía con su familia, las películas que prefería, y al terminar,
me dijo que no quería que recordara malos tiempos, que ahora ya no lo
necesitaba. Y tenía razón, hacía mucho tiempo que yo no compartía momentos tan
agradables con alguien.
La lluvia
comenzó a detenerse, y cada vez teníamos menos qué contar, así que después de
un rato decidimos retirarnos, me pidió mi teléfono y no se lo quise dar, le
dije que si el destino lo quisiera, otra vez nos volveríamos a encontrar, él
hizo un gesto de comprensión pero también de decepción, le di la mano y le robé
un abrazo, le di las gracias por haberme recordado lo que es reír con alguien
sin que se burlen de mí, él me tomó del hombro y me dijo una palabras que aún
tengo en la mente <<Un hombre como tú no debe buscar en alguien más, sino
en si mismo, porque las cosas o las personas llegan traídas por el destino>>.
Fueron sus
últimas palabras y se marchó. Yo esperé unos segundos y salí tras de él, el
pavimento aún estaba mojado, se sentía el frío de la lluvia, y caminé a casa.
Extrañamente mis labios marcaron una sonrisa durante el trayecto, y mi
pensamiento solo estaba en él, pero esperen… ¿Cómo se llamaba? No lo pregunté.
Él me hizo
sentir lo que ella jamás quiso hacer, me hizo sentir que tengo fuerza, y que
merece la pena volver a intentar, una y otra vez. Después de ese día regresé al
café en alguna hora similar hasta volverlo encontrar, y así fue, tres días después
y ahí estaba, me miró, dibujó una sonrisa en su rostro y me invitó a sentarme
junto a él. Desde ese día, yo volví a comenzar.
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